El 10 de mayo se celebra en Guatemala y en otras partes del mundo "El día de la Madre", es motivo para el Consejo de Lectura dedicarles uno de los varios poemas escritos a la más bella delas mujeres: nuestra madre. Esta selección corresponde al chileno, Monseñor Ramón Ángel Jara.
Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados;
una mujer que, siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;
una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños;
una mujer que siendo rica, daría con gusto su tesoro para no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud;
una mujer que siendo débil se reviste a veces con la bravura del león;
una mujer que mientras vive no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero que después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus latidos.
una mujer que, siendo joven tiene la reflexión de una anciana, y en la vejez, trabaja con el vigor de la juventud;
una mujer que si es ignorante descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y si es instruida se acomoda a la simplicidad de los niños;
una mujer que siendo rica, daría con gusto su tesoro para no sufrir en su corazón la herida de la ingratitud;
una mujer que siendo débil se reviste a veces con la bravura del león;
una mujer que mientras vive no la sabemos estimar porque a su lado todos los dolores se olvidan, pero que después de muerta, daríamos todo lo que somos y todo lo que tenemos por mirarla de nuevo un instante, por recibir de ella un solo abrazo, por escuchar un solo acento de sus latidos.
De esa mujer no me exija el nombre si no quieres que empape de lágrimas vuestro álbum, porque yo la vi pasar en mi camino. Cuando crezcan vuestros hijos, léanles esta página, y ellos, cubriendo de besos vuestra frente, os dirán que un humilde viajero, en pago del suntuoso hospedaje recibido, ha dejado aquí para vosotros y para ellos, un boceto del Retrato de su madre.